Museo Pedagógico de Ciencias Naturales
Edificio:
El establecimiento que actualmente ocupa el restaurante MarisCo de la plaza Real fue, durante cerca de un siglo, “Museo Pedagógico de Ciencias Naturales”, como mantiene la inscripción del rótulo superior de la fachada. Poco después del cierre definitivo, el año 1999, se abrió en su lugar un restaurante, El Taxidermista, que conservaba en su nombre la memoria de la actividad que se había desarrollado durante tanto tiempo en su interior. Del edificio original se conservan el suelo, las columnas y el techo del establecimiento. En el exterior, la fachada está intacta, sólo ha cambiado el color, que ahora es azul.
Historia natural:
El ‘Museo Pedagógico de Ciencias Naturales’ tiene su origen en la tienda de taxidermia que había fundado Lluís Soler i Pujol en 1889, la cual previamente había estado en un par de locales de la calle Raurich. Soler i Pujol fue un naturalista ‘profesional’ que se especializó en la preparación y conservación de ejemplares de la naturaleza. En la plaza, el establecimiento se convirtió en un sitio emblemático, popularmente conocido como “Las bestias” o “Taxidermista”. Fachada de la tienda de taxidermia en el número 10 de la plaza Real. Sus escaparates, con fauna de todo tipo, exhibían un cierto exotismo seguramente provocado por el estado expectante que mostraban muchos de los ejemplares a punto para continuar la acción en la que parecían haber sido sorprendidos.
La taxidermia fue una técnica que durante todo el siglo XIX fue muy ligada al desarrollo de los museos de ciencias naturales y la enseñanza. El establecimiento de Soler i Pujol, a parte de preparar y vender animales disecados, tenía la voluntad de exhibición, que los objetos fueran admirados, y eso le acercaba a los objetivos del museo. Además, había una sala de conferencias y, por tanto, también habría compartido la misión pedagógica de la institución museística. Soler i Pujol también fue preparador y conservador del Museo Martorell creado en 1882 en el Parque de la Ciudadela.
Posteriormente, Josep Palaus, yerno de Soler i Pujol, asumió la dirección de la tienda y, desde 1926 hasta 1991, se mantuvo en actividad. En los años de mayor prosperidad, llegó a tener hasta 50 trabajadores. Los principales clientes eran escuelas y coleccionistas, aunque personalidades destacadas también solicitaron sus servicios. El rey Alfonso XIII hizo disecar la pata de un caballo, y Ava Gadner y Mario Cabré, la cabeza de un toro que el torero había ofrecido a la actriz. Joan Miró se paseó a menudo por el establecimiento y Josep Pla se dejaba caer en ocasiones. Salvador Dalí, cliente habitual, se hizo disecar un rinoceronte o un tigre, y aprovechaba cada nueva ocasión per hacer vistosas exhibiciones. El que seguro fue el más excéntrico de sus clientes, en una ocasión encargó que le disecaran un millón de hormigas, petición que la tienda obviamente no pudo aceptar para complacer al artista.
Enlaces:
“El Taxidermista, el museo de les bèsties” dins del Bloc Bereshit: La reconstrucció de Barcelona i altres mons. El Taxidermista. La memòria de la Plaça. Fundació Setba. Barcelona, 2013.
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