Primavera temprana
El discípulo de Savrásov, Isaak Levitán, observó la primavera en sus trabajos más de una vez sin la creatividad suya que tanto nos cuesta imaginar en la historia de los paisajes rusos.
En Primavera temprana, su lento ritmo de vida, su completa melancolía involuntaria y su sentimiento de abandono conforman un paisaje concreto, y junto a él, el “retrato” del alma del artista. La vista imaginada de la periferia de Moscú es un río a media corriente, lento, con el pardo boscaje en las orillas, todavía nevadas, bajo un cielo gris cubierto de nieve. El pintor encontró en la naturaleza un estado que se corresponde con su situación interna propia y con la de la gente sufridora de “finales de siglo”. Esto, a grandes rasgos, logra una fineza musical de coloridas decisiones, una armonía refinada de tonos grisáceos, pardos y blancos.
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